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viernes, 28 de junio de 2013

La peleilla de las flores


En el patio el limonero
extiende las ramas al cielo
y el geranio juguetón
de menta fresca y limón,
luce altivo y orgulloso
en el brocal de piedra 
del pozo.
La gitanilla enfadada
con la dama engalanada,
 hace capullitos de enfado, 
mientras dice con desdén:
-¡"Esa señora tan señoreada  
no es una dama ni es nada!,  
tan verde y desgarbada,
su perfume me marea
y no me deja dormir".
Para poner orden aquí,
en esta brava tertulia,
interviene Don jazmín,
como siempre mediador,
abre una blanca flor
y susurra despacito:
-"primorosa gitanilla 
no se ponga usted así,
que todos tenemos
mucho que callar 
y mucho que decir".
Un rosal muy pequeñito
ante tanto griterío,
abre un ojo despacito
 y mira con desparpajo 
al gentío,
serio y muy solemne
con la riña del portal, 
grita agitando los pétalos:
-"¡No me han dejado descansar
no pienso perfumar
vuestras broncas nunca más!".
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jueves, 20 de junio de 2013

El pollito que no quería llorar (Cuento corto)

Este cuento hace hincapié en el respeto por el dolor ajeno y en la
empatia. 
 

Había una vez una mamá gallina que tenía cinco pollitos suaves como el algodón. Todos los días salían al campo y correteaban entre la hierba silvestre picoteando aquí y allá. Un día uno de los pollitos se pinchó una pata, con un alambre mientras saltaba . Lloró mucho hasta que el dolor se fue calmando. Sus hermanos lo contemplaban con tristeza. Todos adoptaron diversas actitudes. El mayor de todos ellos busco una hoja verde y sedosa y se la ofreció a modo de pañuelo. Los pollitos medianos se sentaron a su lado para consolarlo. Sólo el más pequeño reaccionó muy enfadado y le gritó: 
-¡No llores más me pones triste, no me gustan las lágrimas!. Y de repente empezó a contar chistes y a hacer piruetas como un payaso,  al mismo tiempo que giraba la cabeza para no ver las lágrimas de su hermano. El pobre pollitos herido se fue apartando poco a poco. Se quedó sólo debajo de un gran árbol, mientras sentía como se le partía el corazón por la insolidaridad de su hermano. Pasó el tiempo y la patita fue sanando. Un día volvieron de nuevo los cinco al campo a picotear y a jugar entre la hierba. Pero ocurrió que esta vez fue el pollitos al que no le gustaban las lágrimas el que quedó atrapado en una trampa que los cazadores habían colocado para cazar pájaros, de la cual no conseguía librase, cuanto más intentaba escapar más dolor le producía. Sus hermanos dándose cuenta de la gravedad de la situación marcharon a avisar a mamá gallina, ella tenía más experiencia y fuerza y podía librarlo. Se fueron todos menos uno, el pollito de las lágrimas, éste se quedó junto a su hermano herido y le preguntó: 
 -¿Quieres que te cuente chistes para mitigar tu dolor o prefieres llorar hasta que se calme?.  El pollito herido agachando la cabeza contestó entre sollozos: 
- No hermano. Ahora no necesito reír, necesito llorar para expresar y mitigar el dolor que siento. 
Al escuchar estas palabras el pollitos de las lágrimas buscó la hoja más tierna y sedosa que pudo hallar y se la ofreció como pañuelo. El otro lo miraba con arrepentimiento por no haber comprendido antes lo que su hermano sentía en aquél doloroso momento y tras pedirle perdón le dijo: 
-Me equivoqué hermano. No es bueno alejar los sentimientos. Cuando nacemos lo hacemos con el don divino de las lágrimas y de la risa para poder expresar aquello que sentimos. No es bueno girar la cara para no ver el dolor ajeno porque luego lo puedes recibir en tus propio ser. Aceptar la realidad buena o mala para intentar cambiarla es la solución. He pensado que debemos avisar a todos los animales del bosque, de los peligros que hay en él, para que no les ocurra los mismo que a nosotros. Su hermano lo miro con alegría en los ojos por las palabras que estaba escuchado y posó una de sus alitas con ternura sobre él, mientras le contestaba: Me parece una idea genial, jamás se me habría ocurrido esa solución tan maravillosa. FIN
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miércoles, 19 de junio de 2013

LILI Y EL MIEDO (Cuento corto)


Lili (I.M.S.T.)

Había una vez en un lejano lugar una pequeña niña llamada lili. Tenía unos hermosos ojos verdes que recordaban las mañana de primavera cuando los rayos de sol se posan sobre las delicadas y tiernas hojas y flores. Lili era como todos los niños le gustaba jugar y explora hasta el infinito. Pero la pequeña Lili siempre había tenido un gran problema «EL MIEDO». Un miedo devastador a los lobos grandes y terribles sobre los que los aldeanos contaban misteriosas y grotescas historias. Por este motivo Lili jamás jugaba en el camino que separaba la aldea del bosque. Un día en que la pequeña amontonaba florecitas silvestres sobre una piedra para hacer un hermoso ramo, apareció una preciosa mariposa de color azul con topitos blancos. La niña quedó extasiada ante tan delicada belleza y no puedo evitar correr tras ella para seguir contemplándola. Sin saber como de repente se encontró en aquel camino al que jamás quiso ir. Al darse cuenta de ello el corazón se le aceleró tanto que parecía que fuera a salir de un momento a otro por la garganta y un sudor frío empezó a formar pequeñas gotitas en sus mejillas. En esos instantes recordó las palabras de su abuela y los pequeños pies quedaron clavados en el suelo:
-«Mi querida Lili las cosas muchas veces no son lo que parecen. Hay lobos que sólo parecen lobos y que pierden todo su poder cuando los miramos a los ojos».
A pesar de todo el terror que sentía la niña no se movió ni un centímetro del lugar. Se limitó a esperar sintiendo el sonido del viento y algo más...¡algo que movía la maleza que separaba el bosque del camino de tierra!. Sabia que aparecería de un momento a otro y espero. Lili quería mirar al lobo terrible a los ojos porque estaba cansada de sus miedos. Pasaron unos instantes interminables. De repente apareció ante la niña con el pelaje revuelto y unas enormes y afiladas garras. La pequeña se quedó allí sin moverse. Lentamente elevo la cabeza y levanto la vista hasta encontrarse con los ojos de la temible fiera. Entonces ocurrió la magia, ocurrió lo que parecía imposible. La niña abrió la boca y grito con todas sus fuerzas «YA NO TE TENGO MIEDO ERES TAN PEQUEÑO COMO UN GRANO DE ARENA» y el terrible lobo menguo ante los ojos de lili. Perdió toda la fuerza y poder que siempre había tenido, hasta convertirse en algo que apenas se podía ver «LA INDEFERENCIA TOTAL Y
ABSOLUTA». 
Aquél día Lili venció su miedo. FIN
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