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lunes, 9 de febrero de 2015

Robo de sentimientos


Ciercus
Existen cosas materiales muy apreciadas por algunos mortales, que pueden ser robadas. Pero hay otras mucho más valiosas e insustituibles que cuando son saqueadas no pueden recuperarse jamás.
Aunque pueda resultar extraño, pueden robarnos los sentimientos. Dejarnos tan vacíos que ni siquiera nos queden lágrimas para llorar. Convertirnos en una masa que camina por este mundo con el alma hueca y desolada.
 Quizás entonces ante ese: "No sentir nada", nos asalten varias preguntas:
-¿Dónde están mis lágrimas?
-¿Me volví inhumana?
 -¿Por qué ahora no puedo sentir lo que antes me hubiera aniquilado de dolor?
-¿He perdido la sensibilidad?.
-¿Estoy muerta en vida y por eso no puedo sentir nada?.
-¿Quién devoró mi ternura, mi ilusión, mis ganas de vivir?
Se que es muy difícil , no es fácil ponerse en el lugar del otro y sentir con el corazón de alguien que enmudece de dolor. No sería justo, sería egoísta por mi parte pedir que alguien sienta con mi corazón y vea con mis ojos. Todos vemos a través de nuestra propia mirada y sentimos con nuestro propio corazón, todos somos diferentes.
A veces ni siquiera nos permitimos sentir porque duele demasiado.
Las cosas, los objeto no sienten, por eso cuando se usan en beneficio propio no sufren. Los podemos golpear, dejarlos caer al suelo, darles patadas, tirarlos al fuego y no se quejaran jamás. 
Me pregunto donde está el límite del dolor y si cuando lo sobrepasamos es posible quedarse sin sentimientos, que nuestras emociones se desestabilicen y dejemos de ser dueños de nuestro dolor y de nuestra alegría. 
En muchas ocasiones nuestro dolor sólo es visible para  nosotros mismos, pero no para los demás, por eso lo que para algunos parece algo sin importancia, puede ser muy doloroso para otros, pero como he dicho antes, nadie puede ver con los ojos del otro ni sentir con su corazón.
-¿Ustedes saben que existen ladrones de sentimientos?
Ellos son como vampiros que nos vacían por dentro. Se llevan la ternura, la sensibilidad, las lágrimas, la alegría y dejan un gran vacío en nuestro interior. Nos roban el derecho a sentir. Debe ser hermoso sentir plenamente nuestro cuerpo y todo aquello que nos rodea. Pero a veces el alma se aletarga y el vacío se apodera de nuestro ser y sólo queda un tremendo "No sentir".
Es entonces cuando los sentimientos son sepultados en una tumba a la que dejamos de tener acceso, porque no sabemos donde buscarla.

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