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miércoles, 10 de julio de 2019

La pava y la hormiga fábula de Félix María Samaniego

La pava y la hormiga es una fábula de Félix María Samaniego que nos enseña que antes de juzgar a otro por sus acciones debemos fijarnos en nuestras propia conducta

 
 Al salir con las yuntas Los criados de Pedro, El corral se dejaron De par en par abierto. Todos los pavipollos Con su madre se fueron, Aquí y allí picando, Hasta el cercano otero. Muy contenta la Pava Decía a sus polluelos: «Mirad, hijos, el rastro De un copioso hormiguero. Ea, comed hormigas, Y no tengáis recelo, Que yo también las como: Es un sabroso cebo. Picad, queridos míos: ¡Oh qué días los nuestros, Si no hubiese en el mundo Malditos cocineros! Los hombres nos devoran, Y todos nuestros cuerpos Humean en las mesas De nobles y plebeyos. A cualquier fiestecilla Ha de haber pavos muertos. ¡Qué pocas navidades Contaron mis abuelos! ¡Oh glotones humanos, Crueles carniceros!» Mientras tanto una Hormiga Se puso en salvamento Sobre un árbol vecino Y gritó con denuedo: «¡Hola! con que los hombres Son crueles, perversos; ¿Y qué seréis los pavos? ¡Ay de mí! ya lo veo: A mis tristes parientes, ¡Qué digo! a todo el pueblo Sólo por desayuno Os le vais engullendo.» No respondió la Pava Por no saber un cuento, Que era entonces del caso, Y ahora viene a pelo. Un gusano roía un grano de centeno: Véronlo las Hormigas: ¡Qué gritos! ¡Qué aspavientos! «Aquí fue Troya, dicen: Muere, pícaro perro»; Y ellas ¿qué hacían? Nada: Robar todo el granero. Hombres, Pavos, Hormigas, Según estos ejemplos, Cada cual en su libro Esta moral tenemos. La falta leve en otro Es un pecado horrendo; Pero el delito propio No más que pasatiempo.

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