Amo la libertad del viento
que silva entre las hojas
de los árboles y se remonta
sobre el espejo de cielo azul.
Amo la libertad del mar
que ruge entre olas salinas
coronando el firmamento
de espuma nívea.
Amo la libertad de los niños
que corre y juegan entre amapolas
y espigas doradas,
bajo la luz de un sol radiante
al abrigo de las montañas.
Amo la palabra mágica libertad,
palabra mágica sin cadenas
de ideas ni de pensamientos
palabra sin ataduras.
No amo los yugos
que manipulan, apresan
y asesinan a la paloma blanca,
aquellos que no la dejan volar
en un cielo limpio de intereses,
en un cielo sin ataduras,
donde todos los colores
son hermosos y valen por
igual.
Un cielo terso,
sin ese pincel
de brocha gorda,
que todo lo cubre de negro,
con la mordaza del silencio
y la hipocresía de la razón,
sin razón.

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