Volé sobre el cielo azul,
las nubes besaron mi alma
y el agua cristalina
limpió mis lágrimas.
Volé sobre el cielo azul,
volé hacia el infinito
y una estrella de luna
iluminó mis ojos,
en la noche más oscura.
Volé sobre el cielo azul.
mis alas se tornaron gaviotas
sobre el mar verde azulado,
sobre el mar verde azulado,
coronando el horizonte
en un canto interminable.
Volé sobre el cielo azul,
rocé la luna, dulce melocotón,
con mis labios de pálido cristal.
Sentí la vida en cada una de mis
arterias de madera seca y corroída.
Volé sobre el cielo azul,
con mis alas temblorosas
de recuerdos enlutados
y polvorientos.
El sol acarició mi piel helada
y la calidez llegó hasta mi alma.
Volé sobre el cielo azul,
sobre las colinas
puntiagudas y agrietadas.
A los lejos podía contemplar
cervatillos entre flores blancas,
con hocicos de azabache,
jugando a rozar como la brisa
los suaves pétalos de vida.
Volé sobre el cielo azul,
con las fuerzas que aún albergaba.
Se fue el abismos profundo y negro
y sólo quedó un prado inmenso
de violetas fragantes y traslucidas
donde pequeños seres alados saltaban
de pétalo en pétalo con suaves tintineos
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