Dedicado a toas las guerras maravillosas y a sus familiares en la lucha contra el cáncer. Es una batalla dura y terrible, pero se puede ganar.
La contemplé aquella mañana de abril cuando las flores florecían en todo su esplendor. La contemplé con admiración. Sabia que estaba ante una guerrera dispuesta a librar una gran batalla: La batalla de su propia vida. Tenía los ojos de cielo y los labios de terciopelo rosa. Un turbante azul envolvía su cabeza. Era la insignia que la distinguía. La insignia de la mujer guerrera dispuesta a librar la gran batalla. La seguí viendo durante meses, con el mismo turbante azul como sus bellos ojos. Nada la detenía. Caminaba con paso firme. Asistía al mismo gimnasio que yo. Era increíble con la fuerza con que conseguía hacer cada ejercicio y cada nuevo movimiento. Como la gran guerrera que era continuo pisando firme, mirando al frente, sin detenerse ante nada.
Pasaron los meses. Un día no la vi aparecer y me temí lo peor. Pero ella salió como salen las grandes luchadoras victoriosas. Salió de las fauces oscuras y se interno en el brillo de la vida. Busqué su turbante con la mirada pero ya no estaba. En vez de él sus cabellos rizados y hermosos envolvían su cabeza como una corona victoriosa.
Me acerqué a aquella mujer que desprendía una intensa luz que sólo podía percibirse con el alma.
Ella acababa de liberar una de la más terribles batallas con uno de los más temibles adversarios: La muerte. Sus ojos brillaban de una forma especial. Trasmitían algo difícil de describir y la sonrisa de terciopelo rosa florecía entre sus dientes de nieve. Me miró y me saludo con aquella forma hermosa y tierna con que siempre lo hacía:
-Buenos días me alegra mucho verte de nuevo. No he podido asistir más a las clases gimnásticas de la mañana. He empezado a trabajar y ahora vengo por las tardes. He vencido a mi adversaria. La vida continúa para mi. No puede evitar que la emoción embargara todo mis ser y la abrace llena de admiración y alegría.
Qué precioso relato de superación y lucha. Me ha alegrado leer ese final, y espero que ese turbante ya no vuelva a ser necesario jamas.
ResponderEliminarUn beso enorme