Hans Christian Andersen nos habla de una vanidosa y orgullosa tetera que menosprecia al resto de la vajilla. La tetara empieza siendo una cosa y acaba siendo otra completamente distinta con una vida mucho más humilde. Una vida en que lo único que le quedan son los recuerdos y es entonces cuando aprende importantes lecciones de vida:
¡Dichoso el que se olvida de sí por los demás!
Conservo el recuerdo, y nadie podrá quitármelo.
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