Hay un rinconcito en el sur de España donde somos muy caballerosos. En ese hermoso y genuino lugar a los hombres los llamamos caballeros. Por eso el día en que el buen hombre vestido de buen samaritano se ofreció a enseñarme sus enseñanzas, le respondí con toda caballerosidad:
-Muchas gracias caballero, se lo agradezco mucho y usted disculpe mi falta de tiempo. Tengo un pan horneándose en el horno, el café puesto en el fuego y a las dos de la tarde mi familia y yo nos sentamos a la mesa para compartir comida y amor....Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional
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