Tenía los colmillos demasiado grandes. Siempre pensé que era un lobo camuflado, bajo piel humana. A veces en el fondo de sus pupilas se distinguía una llama roja como el fuego del infierno.
Posiblemente escapó del averno y nadie lo sabia. Quizás su alma estaba maldita y nadie se había dado cuenta.
Micifuz la gata blanca de pelo largo y algodonoso, bufaba como loca cuando se acercaba a ella y huía despavorida.
Algo había extraño y oscuro en todo su ser. Por eso la pequeña Micifuz que tenía un sexto sentido, se escondía bajo el sofá mientras resoplaba entre los bigotes gatunos
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