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miércoles, 17 de julio de 2013

Los demonios del pantano (Cuento fantasía)

Elisenda
En una lejana y remota aldea vivía una niña muy hermosa a la que al nacer le pusieron de nombre «Lirio blanco» por su delicada piel nívea y sus bellos ojos color miel. La pureza e inocencia, matizaban las pupilas de la niña de suave terciopelo, hechizando a todos cuantos la contemplaban. Lis era feliz corriendo y jugando por aquellos parajes. Lo que más le gustaba era hacer ramitos de lirios blancos y violetas. También le fascinaban las mariposas. Cada vez que las contemplaba, pensaba que le gustaría tener alas para volar por el cielo azul, entre las nubes. Un día en que lis como de costumbre jugaba al lado de un frondoso arroyo, con la tierra y piedrecitas que se acumulaban en los bordes, escuchó una voz que la llamaba:
- Acércate niña. Tengo algo que decirte. Al principio la pequeña se asusto mucho. Su primera intención fue salir corriendo, pero pudo más la curiosidad que el miedo y sus pequeños pies acudieron a la misteriosa llamada procedente de entre unas matas de adelfa. La niña al dar la vuelta a los matorrales se encontró frente a una bella dama. Quedó extasiada ante tan hermosa visión: Los pies eran casi traslucidos. Lucía un hermoso manto azul con extraños dibujos en oro. La cabellera totalmente blanca rozaba la hierba del suelo. En la mano sostenía una especie de pluma, hecha de algo que lis conocía demasiado bien, algo que crecía en abundancia en aquellos parajes «Palmeras». La niña sin poder contener la perplejidad y admiración preguntó:
-¿Quién es usted bella señora?.
 La dama de piel casi traslucida le contestó tiernamente: 
-Soy tu bisabuela. Al morir mi alma vago durante mucho tiempo, sin saber el porque no me llegaba el descanso eterno. Hasta que perdí toda mi apariencia humana y me transforme en un «Hans»
 -¿Un Hans?- pregunto Lis con los ojos muy abiertos -¿Y que es un Hans»
 -Un Hans es un ángel de luz que no ha podido cruzar el río que separa la vida de la muerte por tener algo pendiente que resolver en este mundo.
 Lis ahora la miraba con expresión triste: 
 -¿Puedo hacer algo para ayudarle?
 -Sí hermosa pequeña. Tu nacimiento no fue casual. Tu espíritu simboliza la inocencia y la pureza. El día en que fuiste concebida me anunciaron que pronto podría cruzar al otro lado cuando tu cumplieras tu cometido. 
-¿Ves esta pluma que llevo en mi mano? Esta hecha con las ramas más hermosas y tiernas de las palmeras que crecen en el corazón del lugar de donde provengo, yo misma la trence bajo las estrellas y la luz de la luna. Sus propiedades son maravillosas pueden borrar cualquier cosa que uno quiera borrar.
 La niñas escuchaba ensimismada a la hermosa señora. Esta prosiguió hablando:
 -Hace muchos años yo también fui una niña al igual que tú lo eres ahora. Era tan hermosa que no pasaba por un lugar sin que todos volvieran la mirada para contemplarme. Era tan pura y llena de inocencia como los lirios que tu recoges cada día y tan libre como las mariposas que tanto te gusta contemplar. 
 -¿Y que ocurrió?- Pregunto Lis sin poder reprimir la curiosidad. -Veras pequeña, en todo lugar en que nace la inocencia y la pureza también nace la maldad. Es una especie de balanza que mantiene el equilibrio. Donde hay ángeles también habitan los demonios, no lo olvides jamás. 
La hermosa señora continúo hablando:
-Como te decía, yo era muy parecida a ti. También jugaba en este arroyo donde ahora juegas tú. Una mañana en que me encontraba justamente al lado de esa piedra grande, contemplando una libélula que se había parado sobre ella, apareció la maldad. Venía disfrazada para no ser reconocida, tenía cara de niño como yo. Pero era un demonio que habían mandado para poder atrapar mi alma. Me invitó a jugar con él. Me dijo que me ensañaría un paraje donde habitaban las hadas más hermosas que pudiera imaginar. Le di la mano y me condujo entre la arboleda y la maraña hasta llegar a un sombrío pantano. Entonces le pregunté: 
- ¿Dónde están las hadas?- Pero él no contesto. Se limitó a mirarme fijamente mientras sus ojos se tornaban de fuego y una mueca demoniaca aparecía en sus labios. Se transformó en una especie de engendro horrible y oscuro como la pez. Me asusté mucho y empecé a llorar, pero sabia que no podía escapar. El demonio ató una cadena a mi cuello muy pesada. Luego aparecieron dos engendros más, uno cargo sobre mis espaldas tantas toneladas de dolor que toda mi alma se transormó en una dolorosa llaga. El tercero intentó quitarme los sentimientos para que fuera fría y perversa como lo eran ellos, pero lo único que logro fue aletargarlos. Mi alma no perdió la pureza. Sólo quedó congelada, dormida, para no sentir tanto tormento.
 Lis estaba con la boca abierta, escuchando la historia que relataba su bisabuela y no pudo reprimir un grito de indignación:
 -¡Eran malos, muy malos!!
 -Sí mi dulce niña, eran malos como lo son todos los demonios. Me quedé allí sola, mientras ellos desaparecían entre la maleza. Estuve mucho rato sin apenas moverme, casi sin respirar, hasta que me quedé dormida. En mi sueño apareció una señora muy hermosa parecida a la que estás viendo ahora. Era un «Hans» la cual había pasado por lo mismo que me tocó pasar a mi. Ella me ungió con el bálsamo de la vida, para que no muriera y algún día pudiera tener una biznieta como tú, que acabara con la maldición del pantano.
 Tras estas palabras la hermosa dama entrego a Lis la pluma mágica diciéndole:
 -Ha llegado el momento. Ellos intentaran llevarse tu alma como pretendieron hacer conmigo. Cuando aparezcan acompáñalos hasta donde te lleven. Cuando cuando llegues a ese lugar toma esta pluma que te entrego y escribe sobre su frente la palabra «MALDITO». Así ya no podrán hacer daño nunca más.
 La niña tomó la pluma que la hermosa señora le entregó y la guardó en uno de sus bolsillos, después regresó a casa con el firme propósito de llevar a cabo la petición. Al día siguiente volvió al fresco y rumoroso arroyo donde siempre jugaba. Al cabo de un tiempo escuchó una voz infantil a su espalda:
 -Que bonito lugar- ¿siempre vienes a jugar aquí?
 Lis se volvió despacio y contempló al niño que tenía frente así. Sus cabellos eran pelirrojos e infinidad de pecas poblaban ambas mejillas.
 -Sí, me gusta este sitio- dijo con voz tranquila y reposada. -
Yo conozco uno maravilloso donde hay infinidad de hadas de todos los colores y formas. Si quieres te puedo llevar allí para que las veas.
 La niña lo miró sin dejar entrever lo que estaba pensando y fingió una gran emoción:
 -¡Ohhh si, por favor me encantará!.  El pequeño demonio ignorando la intención de Lis la condujo a través de la maleza hasta llegar al pantano. Entonces la niña lo miró con incredulidad y preguntó:
 -¿Dónde están las hadas?
 Una risotada demoníaca salió de la boca de aquel ser mientras las pupilas se le encendían. Al momento aparecieron los otros dos engendros. La niña no perdió ni un solo momento, sacó la pluma de su bolsillo y rápidamente escribió sobre la frente del primero la palabra: «MALDITO».
Al momento el demonio fue arrastro por una fuerza invisible hacia el cieno del pantano, hasta hundirse totalmente en él. Lis lo miro con asco y satisfacción mientras recordaba las palabras de su bisabuela.
Los otros dos engendros intentaron escapar, pero tenían los pies firmemente atrapados por las raíces de dos enormes arboles, que se había retorcido a modo de cadenas.
La niña con paso firme y tranquilo caminó hacia uno de ellos y rubricó sobre su frente: -«MALDITO"·
Al momento fue liberando por las raíces de los arboles e impulsado hacia el cieno, despareciendo también bajo la superficie de las oscuras aguas.
 El tercero viendo la suerte que le esperaba intentó suplicar y fingir arrepentimiento:
 -Perdóname no soy malo, solo cumplía con mi misión.
 Lis lo miro con desprecio y contestó con voz enérgica, más de una adulta que de una niña de su edad:
 -Yo también cumplo con la mía.
 Tras estas palabras garabateó sobre la frente del tercero: «Maldito».
 De inmediato éste fue arrastrado al mismo lugar donde lo fueran los dos primeros. La niña tras alisar su vestido y sacudir el polvo que le había caído en el cabello, regresó a su casa feliz, por haber cumplido su misión. Ahora la bisabuela podría cruzar el río que separa la vida de la muerte y 
descansar en paz. ---FIN--- 
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