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martes, 10 de septiembre de 2013
EL PERFECTO DON LEONARDO
Don Leonardo era muy escrupuloso en su forma de enseñar. Cuando algún niño cometía una falta ortográfica o no se sabia la lección, partía la tabla de pino en la pequeña mano de un palmetazo como castigo . La marca roja y la mano dormida duraban varios días en la mano del pequeño. El buen señor quería la perfección a toda costa.
Al final de la clase se sentaba Mari luz. Una niña que siempre estaba ausente. Esta era la que más recibía las caricias de la tabla de de Don Leonardo. El buen hombre a pesar de ser tan inteligente no tenía infrarrojos en los ojos. No podía saber el motivo de las ausencias y distracciones de Mari luz. Ignoraba que cada día los picotazos de las serpientes que convivían con ella la anestesiaban y no la dejaban vivir en la realidad como a los demás niños y que para sobrevivir tenía que inventar su propio mundo mágico.
Al cabo de muchos años la niña se hizo adulta y contó al mundo los abusos cometidos con ella de durante su infancia. Lo más curioso del caso es que casi todos los que llegaron a saber la terrible realidad reaccionaron exactamente como el perfecto y engominado Don Leonardo:
"Dando nuevos golpes sobre la víctima"
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