Había una vez hace mucho tiempo, tanto como estrellas hay en el cielo, un lugar situado en las altas montañas. Eran tan altas que desde ellas se podían ver las alas de los ángeles mientras caminaban entre las nubes. Aunque éstas sólo eran visibles para aquellos que poseían la inocencia de un niño.
En aquel lugar mágico vivía una pequeña niña llamada Ninita. Ella podía ver los ángeles y también hablar con ellos. Sus ojos llenos de inocencia podían alcanzar la belleza oculta para la mayoría de los mortales.
Un día en que paseaba por aquellos parajes y en el que hacía tanto frío que el aliento parecía salir de una humeante taza de chocolate, se topó con un solitario muñeco de nieve. El pobre estaba tan solo y frío que la niña se compadeció de él al contemplarlo. Después de comprobar lo helado que estaba con sus pequeñas manos, lo saludó:
-Hola muñeco de nieve, ¿cómo te llamas?
El muñeco entre balbuceos y tiritones contestó:
-Me llamo friolero. Me acaban de crear dos niños que han pasado con un trineo por este lugar.¡Braaaaa....que frío tengo!. ¡Me tiemblan hasta las ideas!.
Ninita se puso muy triste por el pobre friolero. Se quitó la bufanda que la abuela le había tejido con tanto cariño, el gorro y los guantes y se lo puso todo al muñeco que seguía tiritando.
Friolero tras un gran estornudo... ashiiiiissssss...., entre tiritones dejo oír su helada voz:
-Gracias hermosa niña. Ahora estoy más calentito. Cuando pase con su trineo Papa Noel le diré que eres una niña muy buena, que te traiga muchas cosas hermosas.
Ninita miró con tristeza a friolero que no paraba de estornudar y en voz baja musitó:
-Señor friolero lo que yo quiero no me lo puede traer el señor Noel. Es imposible. Se lo pedí hace mucho tiempo a uno de los ángeles que a veces baja a la tierra a cortar lirios para llevarlos a Dios y me dijo que no puede ser.
-¿Qué es ese imposible que tu corazón anhela y que no puede hacerse realidad?
Ninita bajo la cabeza muy triste y continuó hablando:
-Quiero pasar la Navidad con mi mamá. Todos dicen que ella se marchó al cielo. Dice el angelito que habló conmigo que tuvo que marchar porque Dios la necesita para cuidar el jardín de la esperanza, que todos los mortales llevamos dentro del corazón. Son flores que hay que cuidar con mucho amor y como mamá era tan amorosa con todo el mundo, la necesitan para dar amor a las flores y mantener viva la esperanza entre los mortales.
Tras escuchar estas palabras friolero dejo de tiritar. Dos lágrimas de nieve empezaron a rodar por sus escarchadas mejillas. Poco a poco la nieve del cuerpo empezó a derretirse, hasta formar un charco de agua helada.
Ninita empezó a llorar desconsoladamente, pensaba que friolero había muerto por su culpa. Se arrodilló en el suelo junto al pequeño charco de agua y empezó a acariciarlo mientras decía:
-Lo siento friolero. Sólo quería ayudarte para que no tuvieras frío y
te he derretido.
Las lágrimas de los hermosos ojos de la niña caían al charco helado. Lentamente y de forma incompresible el agua empezó a desprender un agradable humillo rozando la sonrosadas mejillas de la niña.
Ninita con los ojos muy abiertos, miraba sin entender nada, el remolino que empezaba a tomar forma, hasta convertirse en un hermoso niño con ojos tan transparentes como el agua derretida. En sus hermosas pupilas brillaba:
«El amor y la compasión más profunda».
Su voz sonó como el canto de los pájaros sobre una hermosa catarata:
-Pequeña niña tu corazón maravilloso, tu inocencia y tu bondad han transformado el frío más profundo en la ternura y el amor más hermoso. Tus lágrimas dieron calor a mi sangre de nieve y tu bondad trajo el espíritu de la Navidad donde cada año nace el corazón del niño Dios, para recordarnos que un día hace mucho tuvo fe en todos los humanos y que aún conserva la fe en todos nosotros, incluso en el humilde muñeco de nieve que hoy has encontrado en tu camino.
-Tú que cree en la magia y puede ver ángeles cortando lirios en la tierra para llevarlos ante Dios. Tú con tus lágrimas has creado lo más hermoso que se puede crear de un trozo de nieve fría «La magia de la Navidad».
Con voz maravillosa prosiguió:
-Tu mamá es el ángel que cuida el jardín de la esperanza en el cielo, para que las flores estén siempre hermosas y nunca mueran. Hoy tú madre dejará sus alas entre las flores de la esperanza para estar a tu lado y que se haga realidad tu sueño. Esta noche cuando tiemblen tus pestañas por el sueño, pasearás de la mano de tu madre y sentirás todo lo que te quiere. Pero recuerda que luego ella ha de volver al cielo para continuar con su misión. Sus alas la estarán esperando.No olvides que Dios la ha convertido en el ángel de la esperanza y sólo ella pude hacer florecer esas maravillosas flores con su amor y sus cuidados.
Ninita escuchaba extasiada con la boca muy abierta y tuvo que hacer un gran esfuerzo para poder hablar:
-Gracias friolero... -¿Tú eres el muñequito de nieve al que antes regalé mi bufanda, mis guantes y mi gorro?.
El hermoso niño de ojos transparentes, contestó:
-Soy el que soy. Todo y nada a un mismo tiempo. Mires donde mires siempre estaré allí, a tu lado. No lo olvides jamás.
-Esta Navidad como todas las navidades regresaré, sobre mi humilde cuna brillará la flor de la esperanza cultivada en el jardín del cielo, para todos los seres humanos de este mundo.
Tras estas palabras el hermoso niño se transformó en una luz tan pura e intensa que cegaba la visión y acto seguido desapareció entre las nubes.
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