Amigo, no hablemos más.

Amigo no hablemos más,
duele demasiado el alma.

No gastemos más palabras.

¿Para qué perder más tiempo?. 

¿Para qué verter más lágrimas?.

 Duele y quema en las entrañas.

Quiero detener mis pies cansados,

detener mi corazón de esta locura,

reposar mi alma en un remanso.

La vida oculta entre las sombras, 
depredadora muda, 
se llevo los días,

sin mediar palabra.

Juguemos a los silencios, 

silencios blancos,
silencios tiernos.

Las palabras afiladas 
 se clavan como cuchillos,

como saetas amargas, 
que cortan y rasgan el alma. 

¡No importa, nada importa!.
Todo quedó atrás, lejos,

 en la balsa del pasado,

columpiándose en mis lágrimas.

Dolor inconsciente, sin sentido.

No temas a las oscuras saetas

que entre mis labios se desgranan.

Ahora duermen, quietas, sosegadas,
no lloran, sólo esperan silenciosas.

¡Es la luna tan amargar y fría !

¡Y la noche tan oscura!.

Como la boca de un depredador

sediento de sangre, que dibuja

una sonrisa entre los labios.