Mi otra mitad siempre estuvo
en mi misma existencia.
Su alma y mi alma formaban
una unidad perfecta desde
el principio de todos los tiempos.
Su corazón siempre fue mío
y el mío suyo.
En todas nuestras vidas,
en todas nuestras lunas
siempre fuimos el uno
del otro.
Siempre habitó en mi alma,
y dentro de mis sueños.
Destinados desde
siempre y para siempre.
Este amor se cultivó
como el trigo
maduro,
enlazando nuestras
almas como dos espigas
agitadas por la brisa,
hasta formar una unidad
perfecta, compuesta
por dos mitades.
Precioso poema y yo que siempre busco mi otra mitad y siempre están encontradas. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Mamen
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