Muchas gracias
Hay un cadalso de veneno
sobre el horizonte.
Una mano invisible lo vierte
como la lluvia sobre la tierra,
gota a gota, segundo a segundo.
El aire se vuelve gris y asfixiante,
en el agua hay fuego que no
quema, pero destruye
lentamente.
Gota a gota por las arterias
circula el egoísmo
del innombrable.
La faz cubierta por
un antifaz de carcomida
calavera, que nos contempla
desde el interior de las cuencas
vacías
El demonio de las siete cabezas
anda suelto por el mundo.
Dios nos libre del veneno infernal
que esparce lentamente.
No derrama sangre.
Derrama lágrimas y dolor.
Todo parece seguir adelante
para los ojos que miran sin ver,
pero la rueda del mundo
se ha detenido en el minuto cero.
Mira, mira mis ojos,
el reflejo de mis ojos,
en él yacen mis palabras
y mi humanidad.
La vida tiene miedo
y se arrastra con cautela
para no ser descubierta.
La gran serpiente busca y busca
una nueva victima a quien hacer partícipe
de su crueldad.
Las cabezas giran sobre sí
buscando, buscando una vez más.
No son visibles para el ojo humano
pero en el aire se respira su maldad.
Almas oscuras siguen el cortejo
y le reverencian la danza
macabra e infernal.
Dios ha cerrado las puertas del cielo
para que no entre la bestia
y en su furia se retuerce
y grita en su maldad.
Los humanos, son humanos
y siembran sus propias semillas
de luz o de oscuridad.
Llegó la hora en que las puertas del
infinito se han abierto y un agujero negro
intenta engullir la luz de muchas almas
que siguieron el cortejo y la danza
de la oscuridad.
sobre el horizonte.
Una mano invisible lo vierte
como la lluvia sobre la tierra,
gota a gota, segundo a segundo.
El aire se vuelve gris y asfixiante,
en el agua hay fuego que no
quema, pero destruye
lentamente.
Gota a gota por las arterias
circula el egoísmo
del innombrable.
La faz cubierta por
un antifaz de carcomida
calavera, que nos contempla
desde el interior de las cuencas
vacías
El demonio de las siete cabezas
anda suelto por el mundo.
Dios nos libre del veneno infernal
que esparce lentamente.
No derrama sangre.
Derrama lágrimas y dolor.
Todo parece seguir adelante
para los ojos que miran sin ver,
pero la rueda del mundo
se ha detenido en el minuto cero.
Mira, mira mis ojos,
el reflejo de mis ojos,
en él yacen mis palabras
y mi humanidad.
La vida tiene miedo
y se arrastra con cautela
para no ser descubierta.
La gran serpiente busca y busca
una nueva victima a quien hacer partícipe
de su crueldad.
Las cabezas giran sobre sí
buscando, buscando una vez más.
No son visibles para el ojo humano
pero en el aire se respira su maldad.
Almas oscuras siguen el cortejo
y le reverencian la danza
macabra e infernal.
Dios ha cerrado las puertas del cielo
para que no entre la bestia
y en su furia se retuerce
y grita en su maldad.
Los humanos, son humanos
y siembran sus propias semillas
de luz o de oscuridad.
Llegó la hora en que las puertas del
infinito se han abierto y un agujero negro
intenta engullir la luz de muchas almas
que siguieron el cortejo y la danza
de la oscuridad.

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