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viernes, 14 de agosto de 2020

Dos tumbas en el fondo de mi alma. Poema gótico

El alma es un jardín donde cantan pájaros de luz y lloran las palabras silenciadas, envueltas en crespones negros

 
Dos tumbas lejanas
habitan en el fondo 
de mi alma.
En una crece una azucena
inmaculada.
En la otra un ruiseñor
canta noche y día.
¡Astros de la noche! 
¡Ríos, mares,
Universo infinito!
¡contadle a las lápidas
que brillan bajo la luna!.
Decidle a  a ella
que en mi corazón habita,
que desde el día 
en que nací
  no la he olvidado 
ni un sólo día.
Decidle a mi ruiseñor 
querido que jamás nadie podrá
arrancar su recuerdo de mi,
que jamás le olvido.
¡Los demonios 
de zarpas negras
que en este mundo 
conviven y habitan! 
Fueron los ladrones 
de besos  y despedidas,
de abrazos, de sueños, 
y de sentimientos 
y palabras sagradas
que nunca podrán
ser dichas ni oídas.
A cambio 
de bajos instintos 
que en el corazón 
humano anidan. 
A cambio de cosas 
mundanas de la vida. 
El Universo avanza 
minuto a minuto,
hora a hora, 
día a día.
Un cadalso de dolor en el palpita.
En las tumbas hay ojos, corazones
y entrañas que se retuercen y agitan.
La luna llora lágrimas de sangre
por la injusticia cometida.
Ella se cubre la cara 
y lleva el pañuelo 
de la despedida.
En cruz las manos atadas 
se debaten por librarse 
y tomar justicia.
 ¡La copa ya esta llena
y se desborda,
con las lágrimas vertidas!.
El Universo se revuelve
 clamado justicia divina.
¡Canta agua!
¡Canta aire!
¡Canta ruiseñor!
¡Baila azucena!
La noche se acerca 
envuelta en crespón 
negro. 
La mortaja está servida. 
Señor ante ti me postro
de rodillas,
 para rezar esta
oración que nuca antes
fue rezada ni oída.
Padre mío 
cuida las dos tumbas
de mi alma 
y pon tus manos divinas 
sobre el puzzle de la vida 

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