Mi padre tenía las manos
encallecidas
por el trabajo de la vida.
Mi padre era un hombre
sencillo y bueno
de manos encallecidas.
Un hombre humilde y trabajador
que cada día a su trabajo acudía,
un hombre hermoso y grande
de corazón.
Mi padre con solo doce años
conoció las miserias de la vida.
Contempló en las calles
el horror
de personas que morían,
por balas que matan
y no respetan la vida,
balas de guerras malditas.
Este niño humilde y trabajador
un pequeño burrito tenía
y con su pequeño burrito
y a sus doce años
leña iba a buscar
a los campos solitarios
para llevarla a su hogar
y ayudar a su familia.
Y mi querida abuela
mi abuela hermosa y querida
dulce y buena abuela mía,
recogió en su humilde casa
a un pobre niño que
que por las calle pedía.
Lo crio como a hijo propio
y compartieron con él
lo poco que tenían.
Esa era mi familia
la que ahora desde el cielo
está leyendo estas letras
y desde el cielo me cuida.
Humildes letras
que escribe alguien
que no es poeta.
Alguien que escribe
en tinta viva
y que solo
recoge los girones
de la vida.
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**A mi querido padre
con todo el cariño
de mi alma y mi
corazón**
28/5/2022

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