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viernes, 23 de octubre de 2020

La mujer sin rostro

Historia para Halloween: "La mujer sin rostro" 

Es posible que ustedes no crean en fantasmas ni en esas cosas extrañas y siniestra a las que algunas personas tanto temen. De todas formas les voy a contar una vieja y macabra leyenda que mi abuelo y otros ancianos del lugar solían narrar a sus nietos. 


Hace mucho tiempo que ocurrió lo que hoy os voy a relatar. Tanto que nadie acierta a saber cuantos años han pasado desde aquel terrible acontecimiento y la historia ha pasado a formar parte del folklore popular de este lugar. En aquel remoto tiempo existió un noble caballero adinerado, que poseía casi toda la riqueza del lugar. El hombre tenia una hija de belleza deslumbrante. La hermosa joven se llamaba Constanza. Sus ojos eran como dos espejos de cielo en el más hermoso día de primavera y sus cabellos rubios y ensortijados como los mismos rayos del sol. El padre de la muchacha albergaba la esperanza de que su hija contrajera nupcias con el marques del territorio vecino. De esa forma pretendía agrandar la inmensa fortuna de la familia.


Pero la bella joven se había enamorado de Adrián, uno de los campesinos que cultivaba las tierras del noble señor. Un pobre labrador que sólo poseía la humilde choza en la que habitaba y sus manos trabajadoras y honradas para subsistir. 


Todas las tardes cuando el padre de la muchacha marchaba a la ciudad a solventar sus negocios. Lo dos enamorados se encontraban bajo la gran encina junto al río, para profesarse su amor.


Un día que estaban ensimismados cogidos de la mano, paseando junto al río, aconteció que el padre de Constanza regresó de improviso, pues había olvidado unos documentos importantes y necesarios, para llevar a buen término sus negocios.


Al entrar en la casa y no encontrar a su hija la llamó y la buscó inútilmente por todos lados, sin obtener respuesta alguna.  Entonces bajó hasta la ladera del río y desde allí pudo ver a la pareja tomada de la manos, paseando y conversando felices y dichosos. El hombre enfurecido tomó uno de los rifles que guardaba en la vieja bodega y disparó sobre Adrián arrebatándole la vida. La muchacha al ver morir a su amado creyó volverse loca. Los sollozos desesperados y los gritos de dolor llenaban todo el paraje resonado en el horizonte con terrible eco. Las lágrimas candentes brotaban de los bellos ojos de Constanza, humedeciendo las facciones de su inmaculado y hermoso rostro. Y así de esta forma el terrible dolor que sentía en el alma fue borrando con cada nueva lágrima y cada nuevo gemido las facciones de hermosa cara. Primero desapareció la bella y pequeña nariz, después las finas y sedosas cejas. También se esfumaron sus labios de terciopelo rosa y su níveo rostro y por último los bellos ojos de cielo . Mientras los gritos, gemidos y sollozos seguían sonando en medio del inmenso dolor y la tremenda pena.

El padre de la bella joven estaba tan horrorizado y arrepentido por lo que había hecho que se arrojó al río, desapareciendo en sus aguas para siempre. De la bella Constanza nadie supo más. Desapareció como si se la hubiera tragado el mismo Universo.


Cuentan los aldeanos del lugar, que en las noches de luna llena se ve pasear cerca de la casa ruinosa, la que está  junto al viejo pozo de piedra a una extraña mujer vestida de blanco: Sus cabellos rubios y ensortijados brillan bajo la luz de la luna de forma siniestra. Nadie acierta a saber quien es la bella dama. Nadie ha llegado a conocer su verdadera faz. Todas las noches roba el rostro  de una bella mujer del lugar y siempre que  es vista por alguno de los aldeanos tiene diferentes facciones.  Se cometa que es la bella Constanza que sale en busca de su amado Adrián. Siempre con rostro diferente para no ser descubierta por su padre.

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