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Hay una cosa muy cierta, que ya me la decían, cuando aún era muy niña y en mi inocencia creía que se podían cambiar muchas cosas.
"Tú no puedes a cambiar el mundo.
Tú acabas de ver la vida por un
pequeños aguajero y estaba
lleno de telarañas.
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Lamentablemente es cierto.
No está en mis manos cambiar nada.
Me gusta caminar bajo la revoltosa lluvia de de febrero. La lluvia que acaricia mi rostro y me refresca la piel como pétalos de rosas. Adoro sentir el plof... plof sobre el paraguas. Mis pupilas quedan suspendidas en las ondas que forman los charcos grises de la tarde y mi alma viajera se torna un barquito para navegar entre ellos. Siento estremecer mi corazón. No se si es mi alma de mujer o es mi alma de niña, que salta sobre los charcos, con sus botitas azules, mientras miles de destellos salpican por todas partes. Es posible que sea la mujer la que escucha los latidos de este corazón melancólico y la niña sólo esté cobijada en mi alma, soñando con duendes y hadas. Me gustan las rosas cubiertas por las gotas cristalinas de cielo, desprendiendo el aroma de la lluvia y de la ilusión. Mi Amigo deja caer las gotas trasparentes y suaves. Las manda desde muy lejos. Desde el mismo infinito y se esparce en un delicado chapoteo que acaricia los suaves pétalos. Cuando regresa la calma tras la gris tormenta, se abren las nubes en el infinito, entre matices claros y oscuros, que ha dejado el aguacero y es entonces cuando surge la magia. Un arco maravilloso de policromía sin igual aparece en el cielo. Mis pulmones se inundan de la fresca brisa que desprende la tierra mojada y la hierba recién nacida. Me alejo con pausado caminar, mientras las gotas cristalinas bailan en mi alma, una canción fresca y verde como las hojas de los árboles recién lavadas por la revoltosa lluvia de febrero.
La vida es el camino que todos hemos de recorrer. Muchas veces encontraremos piedras que debemos sortear y otras incluso podemos llegar a caer. Así es la vida. Un cóctel agridulce preparado especial y únicamente para cada uno de nosotros. Cuya finalidad y alimento, es el aprendizaje. Solo nos corresponde a nosotros recorrer el camino que se abrió en el mismo instante en que vimos la luz de este mundo. Nuestra misión es seguir adelante hasta que llegue el día en que nuestra alma se separe de la materia terrenal que nos envuelve y cubierta del aprendizaje de nuestros días vividos, parta para iniciar la nueva etapa de transformación que nos aguarda
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 InternacionalTodo cuanto nos rodea son líneas de poesía, duce o amarga, escritas por la pluma de la vida.
Procura respetar a todas las personas siempre. No sabes los motivos que tienen para actuar de una forma determinada, ni lo que está lloviendo en el tejado ajeno.
Uno de los sentimientos que más dolor causa a nuestro corazón, es que lo decepcionen las personas en las que confiaba y que nunca pensó que lo lastimarían.