Observo en mi caminar
al que sueña por no vivir
y al que ríe por no llorar,
al que grita sin callar
y al que calla sin gritar.
Mira Lucía:
niña de ojos tristes,
de mirada lluviosa de otoño,
la siembra madura de la vida,
en el granero yace recogida
y tras la loma amanece el día.
Mira Lucía el río quieto,
el agua mansa que besa las cañas
secas, sin vida, con lengua fría.
Mira Lucía,
cae la noche.
Cierra los ojos.
Duerme niña,
niña duerme,
niña espera,
espera niña,
que amanezca
el nuevo día.
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