Ellos se deshumanizaron
perdieron la sensibilidad
y un gran agujero negro
les perforó el corazón.
Un terrible agujero por el que
los sentimientos naufragaban
como en un gran tsunami.
Ellos perdieron lo que al
ser humano lo convierte
en humano.
Se volvieron sordos y ciegos.
Delante de sus miradas sólo
existía el fin que debían alcanzar
sin reparar en los medios.
Ellos se deshumanizaron,
el insecto del egoísmo les succionó
el alma y los convirtió en autómatas
del señor de los zapatos blancos.
Se movían sin control,
daban vueltas
y danzaban una extraña
y macabra danza donde nada
era lo que parecía y todo pasaba
a ser una gran mentira.
Ellos pasaron al otro lado de la luna.
Dejaron de distinguir los sollozos
de la risas y el dolor de la felicidad.
Dejaron de mirarse en el espejo
de su propia conciencia.
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