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martes, 24 de noviembre de 2015

Brumas (Capítulo III)


Querido diario: Ha pasado mucho tiempo desde que dejé de escribir en estas páginas. Desde aquella noche en que la niña del mausoleo me llamaba para jugar y escapé aterrada. No volví a verla nunca más. Quizás el conde lo descubrió y no le permitió acercarse a mi. Aunque él nunca me habló sobre el tema.
Perdóname por haber dejado de escribir tantos años. No quería que nadie descubriera estas líneas, busqué un escondite seguro y te deposite allí. Hoy te necesito y he vuelto a buscarte, disculpa mi egoísmo. Te he sacado de ese lugar lleno de polvo y viejos miedos infantiles.
Quizás son los quince años que estoy a punto de cumplir. Esto de hacerme mayor trae muchos cambios a mi vida. Tú también has cambiado mucho, tus páginas están amarillentas.
El conde Andrei va a dar una fiesta en honor a mi cumpleaños. Sólo faltan unos días para que se produzca el acontecimiento. Estoy impaciente y algo nerviosa, no suelo tener contacto con muchas personas a parte de mi profesor Nikolai  o cuando acompaño a Andrei a la ciudad para renovar mi vestuario. He crecido tanto que la ropa se me ha quedado toda pqueña. Ni siquiera puedo ponerme los guantes de hace dos temporadas.
Cuando vamos a la ciudad todos nos miran de forma extraña. Nunca dicen nada ni saludan y rápidamente desaparecen de nuestra vista.
Sólo la modista que hace mi ropa habla conmigo y sonríe complacida cuando el conde paga la cuenta de sus arreglos, sin rechistar. Ella dice que soy muy guapa y que todo me favorece, que es una suerte, porque no necesita trabajar mucho, para que sus creaciones luzcan esplendidas sobre mi persona.
Hoy me quedé a esperar al conde mientras terminaba de hacer una gestiones y aproveché para mirar una tienda de arte. Había toda clase de pinturas antiguas y hermosas.
En esto estaba de admirar tan bellas obras, cuando se acercó un joven que debía tener más o menos mi edad y me preguntó:
-¿Tú eres la chica que vive en el castillo del conde?
-Sí- le respondí, algo sorprendida.
El bajo la voz misteriosamente y casi me susurró:
-Debes buscar tus origines y el de tus padres. Tú no eres de aquí. Tú no eres como él.
Me quedé perpleja y le respondí:
-Ya lo sé, me adoptó cuando era una niña. 
El muchacho volvió a hablar en voz baja como si tuviera miedo de algo:
-Debes tener cuidado, corres peligro. He oído rumores en la ciudad... ¿Te dijo alguna vez de que murió tu madre?
-¡No!, le respondí totalmente desconcertada por la pregunta.
En esos momento la silueta de Andrei se dejó ver a través de los vidrios de la tienda acercándose y el joven desapareció rápidamente.
Por fortuna Andrei no llego a tiempo de ver al muchacho, de lo contrario me hubiera reprendido por hablar con desconocidos.
La tarde empezaba a caer sobre la ciudad y los dos subimos al coche para regresar al castillo.
(14 de enero del 2013). 
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2 comentarios:

  1. Genial esta nueva entrega, tengo muchísima curiosidad en saber lo que el conde le oculta a su ahijada, pero sobre todo, lo que me intriga es la niña del mausoleo. Me dio mucha impresión cuando leí esa parte y estaba deseando que volviera a salir. Soy muy curiosa.
    Un beso enorme

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  2. Estimada Chari muchas gracias por pasar y comentar. Eso me da ánimos para seguir adelante con la historia. Me alegro mucho de haber despertado tu curiosidad, ese era mi objetivo, si se ha cumplido me hace feliz.Un abrazo amiga y feliz semana.

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