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jueves, 9 de junio de 2022

Mi querida y amada cazadora blanca

 Aprendí mucho de mi querida y amada gatita blanca. Aprendí mucho de mi hermosa felina cazadora y se que desde el cielo me observa y me sigue cuidando. También se que el día de mi partida estará esperándome junto con los demás animalitos que han sido parte de mi vida y que tanto amor me han dado. También estarán las personas que me han querido y todos juntos me dirán:

-Ha llegado tu hora.  La vida en el mundo que has conocido ya terminó para ti. Es hora de empezar una nueva travesía.

Y los veré saltar de alegría y como brillan sus ojos y quizás no pueda contener las lágrimas de la emoción. Aunque mis ojos ya no llorarán como lo hacen en este mundo. Porque mis ojos ya no serán los mismos ojos ni estarán hechos de materia.

Pero volviendo al tema del que hoy les quiero hablar. Al tema de mi gatita blanca. Ella era mi hermosa princesa peluda. La recuerdo siempre a mi lado. 

Hay algo que ustedes no saben de mi y es que crecí rodeada de lindos gatitos. Los demás animales también me querían y yo los adoraba. Pero mis gatitos y particularmente mi gatita blanca era muy especial para mi.

Era un animal maravilloso y una gran cazadora y a mi me encantaba seguirla cuando se disponía a cazar. 

La recuerdo agazapada entra las hierbas observando, antes de lanzarse sobre la pieza. 

Aprendí de ella muchas cosas. Aprendí a esperar y a observar en silencio.

También aprendí la paciencia y como las cosas se han de hacer en el momento exacto, ni antes ni después.

Un día ocurrió algo que nunca pude entender y que intenté darle una explicación lógica. Después de que ocurriera ese primer día continuó ocurriendo asiduamente y se convirtió en algo cotidiano.

Cuando mi gatita salía a cazar y conseguía su pieza no se la quedaba para ella. Se acercaba a mi, me miraba y la dejaba al lado de mis pies. Otras veces cuando cazaba y volvía con la pieza maullaba muy fuerte en la puerta de la casa y allí permanecía hasta que yo salía. Me miraba con sus lindos ojos color caramelo, dejaba su caza en el suelo y se marchaba. 

Siempre pensé que lo hacía porque me confundía con uno de sus cachorros y quería alimentarme.

Pero alguien me explico el porque de aquel comportamiento. La explicación que me dio me dejó asombrada: 

Mi gatita me estaba haciendo una ofrenda porque me consideraba la líder de su manada. 

Mi linda gatita que siempre me seguía a todas partes me traía el regalo más preciado para ella. Me daba lo mejor que ella podía darme. 


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