El Otoño enciende las montañas
de fuego pálido entre arboleda y hojarasca.
Luz fría de nostalgia que todo lo llena,
que todo lo abrasa.
Hojas ocres y amarillas
vuelan como pequeñas hadas
y hacen remolinos en mi alma.
La acuarela del otoño
pinta un lienzo de ocres y dorados
y de de perlas cristalinas
bajo el paraguas.
Luz fría de nostalgias
Luz fría de añoranzas
que todo lo llena,
que todo lo abrasa.
En la ventana la lluvia
repiquetea y canta,
una canción triste de hojas
muertas,
de hojas marchitas
que sobre el suelo descansan.
Se van las golondrinas
con el viento,
se van entre las nubes,
que se desgranan
emigran y marchan.
Se llevan mi corazón
entre sus alas.
Solo por un momento,
por un sólo momento
se ha detenido
el viento
para mirar la hoja
en llamas que sobre
que prende y se
acuna en la rama.
El otoño ha llegado
con hojas que parecen hadas,
hojas ocres, amarillas y doradas
que danzan y hacen remolinos
en mi alma,
Y sopla con fuerza
el viento en las calles
y en las plazas
desiertas y vacías
silenciosas y pálidas.
Amanecer de otro otoño
que cual gotas de rocío
se cuaja de nostalgia.
Esta noche
la luna de otoño
fría y pálida llorará
en mi cansada alma
vagando entre tumbas,
buscando dos almas,
para abrazarlas,
para arroparlas.
Y temblará una gota rocío
sobre una muda
violeta blanca,
que siente y calla
mientras la mariposa
abre las oscuras alas
sobre la rosa de nácar.
Ella ignora que es otoño,
que cada pétalo es una lágrima
Adiós golondrina de otoño
volando entre hojas
volando entre ramas
te llevan mi alma

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